Los verbos direccionales reciben este nombre porque cambian la dirección del movimiento y a veces también cambian la orientación de la palma o de los dedos. Este cambio de forma depende de cuál sea el sujeto y el objeto.
"Yo le enseño lengua de signos."
"Ella me enseña inglés."
En el primer ejemplo, el movimiento parte del sujeto, que es el signante, y finaliza en el objeto, que es la tercera persona. En cambio, en el segundo ejemplo, el movimiento se inicia en el sujeto, que es el punto donde hemos localizado la tercera persona y termina en el objeto, que es el signante.